Después de sus primeros meses de vida en los que tenemos que acostumbrarnos a un ritmo de vida distinto, los niños empiezan a tomar conciencia y a interactuar con su entorno, entonces llega el momento de comenzar con la educación. Esto es algo todavía más complejo que esa primera etapa, en la que solo hay que velar por su seguridad y comodidad.
La educación requiere un esfuerzo adicional y hay que pensar en cómo actuar para que los más pequeños se conviertan en adultos responsables. Una buena manera es potenciar su inteligencia emocional. Desde una edad muy temprana hay que realizar una educación emocional para que crezcan de manera adecuada y lleguen a la edad adulta con empatía y sensatez.
Por qué enseñar inteligencia emocional a tus hijos
La intención de todos los padres es conseguir que sus hijos e hijas sean adultos sensatos y buenas personas. Pero para ello hay que trabajar en su educación personal y emocional desde el principio. Ya que lo que aprendan esos primeros años de su vida será la base sobre la que se moldeará su carácter y la que servirá de esqueleto a ese proceso de formación de su personalidad.
Los más pequeños aprenden de sus referentes y esos son, sin duda, los adultos que están más cercanos a ellos, los que les proveen de alimentos, les hacen estar cómodos y cubren todas sus necesidades. Y no solo aquellas materiales, sino también las emocionales.
El cariño, la comprensión, el acompañamiento en cada etapa de crecimiento son elementos fundamentales que permiten avanzar a los pequeños en su desarrollo vital. Es importante que sepan desenvolverse socialmente y ser receptivos a las necesidades de los demás.
La gestión emocional les ayuda a ser conscientes de que no están solos en ese camino hacia la edad adulta. Comprender el mundo en el que viven no es únicamente experimentar el entorno, sino también entender que el resto de personas que viven con ellos, que comparten el colegio o los momentos de juego, son individuos que pueden tener necesidades y actitudes diferentes.
Todo esto puede resultar muy difícil de comprender y hay que enseñar a los niños a gestionar estos estímulos y las emociones que estas interacciones despiertan en ellos. Para ello podemos elegir métodos de educación que promuevan la integración social y que hablen no exclusivamente de los temas más teóricos, sino que también pongan el foco en la identificación y gestión de los sentimientos.
Con una base sólida desde pequeños gracias a la educación emocional, cada etapa irá reforzando ese conjunto de herramientas sociales que le permitirán contar con una inteligencia emocional. Con ella podrá gestionar de manera mucho más efectiva los retos que van surgiendo a medida que van creciendo.
Consejos para reforzar la inteligencia emocional de los más pequeños
Es importante reforzar la inteligencia emocional de los niños, algo que puede resultar confuso en un principio, pero que es bastante más sencillo de lo que parece. Lo más relevante en este aspecto son los sentimientos.
Establecer una comunicación fluida
Todos tenemos sentimientos y todos nos guiamos, en mayor o menor medida, por ellos. La ira, la frustración, el amor, el cariño, etc. están siempre presentes en nuestras vidas. Pero, muchas veces, los ocultamos y los negamos. Esto puede generar dolor, porque no somos capaces de gestionar esa carga emocional. Por eso, hay que aprender una correcta gestión emocional desde pequeños para que los hijos sepan identificarlos y cómo manejarlos.
Generalmente, los niños no saben identificar las emociones que sienten por sí mismos. Para ellos, es un problema saber qué sienten, así que el primer paso es ayudarles a expresarse. En ese sentido, la comunicación con ellos es fundamental. Explicar qué y cómo nos sentimos cuando sucede algo y establecer un puente de comunicación entre ellos y los adultos que les rodean.
Es fundamental que no se avergüencen por tener sentimientos y una comunicación fluida puede hacer que ese miedo a sentir y experimentar emociones desaparezca o, al menos, se reduzca. Si los niños son capaces de verbalizar lo que les ocurre y se les escucha, es más fácil que eliminen la ansiedad que les pueda causar cualquier situación.
Potenciar la empatía
La empatía es crucial. Les permite ponerse en la piel de otras personas, ser conscientes de que también sienten y tienen sentimientos que pueden ser diferentes a los que tienen ellos. Ponerse en el lugar de la otra persona evitará que se produzcan situaciones en las que se dañe, voluntaria o involuntariamente, a las otras personas.
Para potenciar la empatía es importante utilizar un método que sea fácil de entender. Los cuentos, experiencias propias, juegos y otras herramientas son ideales para mostrar y ejemplificar cómo gestionar las emociones y sentimientos propios y cómo pueden afectar a otras personas.
Marcar unos límites claros y apropiados para su edad
Educar emocionalmente no significa decir siempre que sí. Hay que recordar que los límites son necesarios y que les ayudan a saber hasta dónde pueden llegar. La educación es acompañar en el camino y mostrar cómo discurre este. Así que hay que marcar límites y acompañar a los pequeños mientras van aprendiendo. Cada edad tiene unas características y los límites deben ser adecuados y corresponder a su edad y capacidad de aprendizaje.
Decir “NO” es importante. Hay cosas que pueden y no pueden hacer, que deben y no deben hacer. La frustración es algo que se van a encontrar durante toda la vida y una de las lecciones más valiosas que deben recibir desde esos primeros años, es cómo gestionar los momentos en los que las cosas no salen como quieren.
Tampoco hay que insistir en la negación, sino dejar que sea la propia evolución personal de cada niño la que marque los límites que hay que establecer. Y ahí volvemos a hacer énfasis en el primer punto, la comunicación fluida, para saber cómo es cada persona y cómo hay que actuar.
No hay que caer en infantilizar al pequeño y sobreprotegerlo. No es una tarea fácil establecer cómo nos debemos comportar en cada momento, pero, una vez más, hablar con ellos ayudará a saber cómo podemos actuar.
Crear su propia Rueda de las Emociones
La Rueda de las emociones o Rueda de Plutchik es una herramienta psicológica que se utiliza para que niños y adultos expresen sus sentimientos, trabajen el vocabulario emocional, eviten los pensamientos negativos y desarrollen la madurez emocional. Aunque existen muchos modelos prediseñados, puedes elaborar una plantilla personalizada y adaptada a sus sentimientos.
La base de esta herramienta es una representación gráfica en la que se combinan las diferentes emociones básicas. Podemos empezar identificando 6 emociones opuestas como alegría y tristeza o confianza y timidez, e ir completándola con grados de intensidad de las emociones.
Para su elaboración se agregan emociones que se pueden estar trabajando en ese momento y cose completan con descripciones, dibujos y colores, para que así resulten más visuales y sea más sencillo que los pequeños se acostumbren a su uso, para lo cual, es importante que participen en este proceso de desarrollo.
Hay muchas ocasiones en las que la Rueda de las Emociones puede ser un gran apoyo y estímulo para la educación emocional de los niños, aunque su objetivo principal es poder identificar estados emocionales, también recomendamos su uso como juego de imitación o para iniciar conversaciones.
Educar emocionalmente en el colegio
Vivimos en sociedad y es necesario aprender a desenvolvernos en ella. En ese sentido, uno de los primeros lugares donde los niños comienzan a interactuar con otras personas es la escuela. De hecho, normalmente será en la guardería, en la que todos son demasiado pequeños para saber relacionarse unos con otros. Pero su comportamiento será un reflejo del percibido en casa. Así, lo aprendido en familia servirá de base para relacionarse con los demás.
Un refuerzo correcto fuera de casa, en el sitio donde va a pasar mucho tiempo a lo largo del día y donde se trabaja en la formación como persona, puede resultar muy efectiva. El colegio debería hacer hincapié y trabajar también en la formación emocional, para que se refuerce el mensaje y se continúe el camino empezado en el hogar.
Por eso, la elección activa de un centro donde se trabaje la psicología emocional, y donde se pueda seguir avanzando en una construcción conjunta entre el centro y la familia, es fundamental. La colaboración hará que la educación emocional no sea solo cosa de una parte de su vida, sino que sea el pilar sobre el que construya su futuro como adulto.
En definitiva, una correcta educación emocional les permitirá tener empatía con los demás, y la inteligencia intrapersonal les servirá para gestionar sus sentimientos y emociones. Por eso, es importante que el camino iniciado en casa se continúe en el centro escolar desde pequeños.
La importancia de la educación emocional
La llegada de la adolescencia puede ser un duro golpe para cualquier niño/a. Es una etapa compleja, en la que el mundo cambia de repente y hay que tomar decisiones complejas. El cuerpo cambia, pero la mente también.
Y si hay un camino por el que se puede recorrer esa etapa, cimentado desde la niñez, la gestión de esas emociones nuevas puede ser más efectiva. Aun así, también en esta etapa hay que acompañar, escuchar y dejar que nuestro hijo/a se exprese con libertad.
Por suerte, esta edad algo más complicada emocionalmente también pasa, y no solo eso, de ella se extraen muchas lecciones vitales que dejarán huella. Depende de los padres y del resto de adultos que los acompañan día a día permitir que avance y que aprenda a gestionar sus emociones y sentimientos.
De hecho, a pesar de su dificultad, no hay motivo para temer este proceso. Simplemente, hay que saber que es una etapa de grandes cambios y cómo hay que afrontarla para hacer que sea más sencillo superarla y aprender de todos los retos que se nos puedan presentar.
Un futuro adulto emocionalmente responsable
La educación emocional va a ser lo que convertirá a un niño en un adulto emocionalmente responsable, que sabrá moverse con libertad y sin miedo por la sociedad, que sabrá entender y empatizar con los demás.
Estas cualidades son cada vez más necesarias para el desarrollo personal y profesional, por eso, al igual que sucede con las capacidades físicas básicas, los padres deben acompañar a sus hijos en el camino para desarrollarlas y trabajarlas lo antes posible. Una buena inteligencia emocional ayudará a los niños a afrontar nuevos retos y convertirse en adultos emocionalmente responsables.