En esta lucha entre el consumidor que quiere gastar menos y las empresas que quieren que los consumidores gasten más hay vencedores y vencidos.
Hoy vamos a repasar algunas maneras en las que las empresas van sacando dinero de tu bolsillo sin que te des cuenta. El objetivo es ayudarte como consumidor; que identifiques estos pequeños consumos involuntarios que te cuestan dinero. Un poco como los gastos hormiga de los que ya te hablamos en un artículo precedente.
Cargos recurrentes y renovaciones
En la contratación de muchos servicios nos saltamos la parte esa de leer la letra pequeña de los términos y condiciones. Y así nos pasa. La cancelación del servicio explicaba que tenía que solicitarse por escrito con 15 días de antelación, por ejemplo, y no lo sabíamos porque no leímos la letra pequeña. En conclusión, tenemos que pagar el servicio un mes más, aunque no lo utilicemos.
La legislación exige que las empresas tengan que ofrecernos toda esa información. Y nos la dan. Otra cosa es que la leamos o no. En Internet, por lo general basta con pulsar donde pone ‘confirmo que he leído los términos y condiciones’ para aceptar esas renovaciones automáticas de pago o con precios más elevados que los de la oferta inicial.
Puede resultar tedioso, pero leerse las condiciones del contrato y apuntarse en el calendario la fecha de cancelación del servicio para no caer en gastos no deseados es muy sencillo.
Tampoco está de más revisar los cargos en las tarjetas bancarias o las domiciliaciones en las cuentas para evitar disgustos.
Otra alternativa es pagar un poco más por las suscripciones, pero hacerlas mensuales en vez de anuales, para que, en caso de error, el perjuicio sea menor.
El gimnasio al que no vamos
Los gimnasios y centros deportivos saben que somos inconstantes. Por eso cobran matrícula y exigen un mínimo de cuotas tras una única clase. Nos venimos arriba y firmamos un pack de diez clases más, o nos hacemos socios por un año. Y enseguida nos arrepentimos.
Suele ocurrir mucho más cuando vamos de la mano de un amigo o familiar. En teoría inscribirse juntos obliga a ir a los dos. Sin embargo, en cuanto uno falla, la motivación se nos cae a los dos. Es eso de apuntarse como pareja de pádel a un torneo y luego no poder participar alguno de los dos.
En EE.UU. dicen que vamos al gimnasio menos de lo que pretendemos y en muchos casos, estas cuotas del gym se utilizan menos de una vez por semana (82%) o incluso menos (60%). El caso es que no vamos al gimnasio ni a darnos de baja, porque no lo utilizamos. Y seguimos pagando.
Para evitarlo, paga un poco más por sesión, pero no te comprometas en un número importante de sesiones hasta que no estés totalmente seguro. Vamos, no te des de alta para un trimestre para ahorrar, porque es posible que no pases de un mes. Y lo sabes.
Devoluciones tediosas
Comprar por Internet es muy sencillo; devolver las cosas que no quieres o no te gustan, no tanto. Nos advierten de que hay que devolver las compras con su embalaje habitual y es lo primero que rompemos o tiramos. Nos explican el proceso de devolución, incluyendo el periodo máximo para ello, pero no lo tenemos en cuenta. Luego queremos devolver las compras y no podemos.
No nos engañemos, complicar las devoluciones es una buena manera de vender. Y las empresas lo saben. Un reciente estudio señala que el 90% de los que compran en Internet no devuelven las cosas, pero reconocen que se las quedan muchas veces por no perder el tiempo con las devoluciones (58% de las veces).
No rompas el envoltorio cuando lo abras, infórmate de la política de devoluciones, de si existe una empresa que recoge las devoluciones en tu casa y se las lleva, de si esto tiene un coste, o de si se pueden hacer devoluciones en alguna tienda, por ejemplo.
Muchas tiendas de ropa lo hacen así. Venden online, pero aceptan devoluciones en tienda. Es una forma de incentivar la venta online, aunque siempre haya quien prefiera quedarse una prenda que no le gusta que hacer el esfuerzo de ir a devolverla.
Tarjetas regalo
Dicen que los estadounidenses adultos tienen en tarjetas regalo sin utilizar unos 15.000 millones de dólares. Así que sí, las tarjetas regalo son una forma de perder dinero. Por un lado, un estudio británico afirmaba que los usuarios gastaban más en las tiendas con ellas. Aquello de pongo un poco más y… Por otro lado, las tarjetas regalo se pueden perder o caducar.
Para evitar perder dinero con las tarjetas regalo -aunque sean procedentes de cambios o devoluciones- es conveniente utilizarlas pronto y ajustando la nueva compra al importe.
Compras impulsivas en las líneas de cajas
Sí. Pasa en casi todas las tiendas. Las colas para pagar son largas y están rodeadas por pequeños objetos de bajo precio que compramos sin pensar. Esas líneas de cajas incentivan las compras impulsivas en un 400% y reducen en un 90% el que te vayas sin compra. Siempre hay chuches, calcetines, bagatelas y tonterías, pero picamos. Todos picamos. Es difícil de evitar, pero estate quieto y no cojas nada.
Grandes carros de compra
Cuanto más grande sea el carro de la compra, más tardaremos en darnos cuenta de que nos hemos pasado con las adquisiciones. Si llevamos una bolsa al hombro, con poco que compremos, lo que realmente queremos comprar, notaremos el volumen y el peso y nos retraeremos de más compras. Evita esos carros o grandes cestas, no sea que los llenes.
Nada de café o excitantes antes de ir al súper
Un reciente estudio indica que la cafeína induce a compras impulsivas, tanto en el número de las cosas que compramos como en su importe. Parece una tontería, pero es mejor hacer las compras y luego tomarse un café que no al revés. Ese café te costará mucho dinero y no porque sea caro.
Anuncios individualizados
Los anuncios te siguen por Internet como si fueran tu mascota por el pasillo de casa. Y son irresistibles porque responden a una consulta o demanda que has hecho tu antes. Son insistentes y atractivos, pero te gustan. Un estudio afirma que a las nuevas generaciones no les disgustan y hasta les parecen interesantes.
También influyen en cómo te sientes, según otro estudio. Porque aparecen cuando ya has tomado la decisión de no comprarlos y hacen surgir los remordimientos. Según como te vaya el día, puedes verlos de otra manera… y caer.
En resumen, las empresas quieren vender y saben cómo convencer. Protegerte de gastos no deseados puede ser sencillo, pero exige un cierto esfuerzo. Comprar online no es menos peligroso para tus finanzas familiares que comprar en una tienda física porque todas tienen trucos para engancharte. Solo ser consciente de tus hábitos de consumo puede salvarte. Eso, y haberte leído este artículo en Vivemasvidas.
Sigue leyendo más trucos para ahorrar en nuestro blog de finanzas personales.