Este ahorro forzoso procede de la imposibilidad real de consumir debido al confinamiento y al cierre de numerosos servicios públicos, sobre todo en hostelería. Y a estos dos tenemos que añadir el ahorro voluntario de quienes ya tenían una disciplina o un objetivo y estaban guardando dinero para elevar su hucha o para poder permitirse algún capricho después de la pandemia.
Hoy valoraremos los efectos de estos tipos de ahorro en la economía, pero mucho más en tu economía, pues deberías cuantificar de dónde procede tu ahorro en mayor medida y sacarle el mayor partido que puedas bien tapando agujeros, bien aumentando el fondo de emergencias o bien planificando un capricho que te estás ganando con tus esfuerzos.
Un poco de economía para empezar
La economista de Funcas María Jesús Fernández Sánchez recuerda que en la crisis anterior aumento la tasa de ahorro de los hogares españoles hasta niveles nunca vistos hasta entonces (un 12% de la renta disponible bruta en el segundo trimestre de 2009). Ese ahorro se denominó ahorro del miedo porque procedía de las precauciones que tomaron los hogares ante las incertidumbres por la caída de la actividad y el aumento del paro.
Este dato podría ser anecdótico si en el segundo trimestre de 2020 no hubiera crecido nuestro ahorro hasta el 22,5%. Este nuevo récord, en cambio, procedía de un nuevo tipo de ahorro, que podemos denominar forzoso. Este ahorro no era voluntario porque no estaba planificado. Se produjo por la imposibilidad de gastar al tener muchos establecimientos cerrados -como podía ser el ocio- y pasar más tiempo en casa con el teletrabajo con el consiguiente ahorro del gasto en transporte.
El miedo a salir nos hace ahorrar también
Con el fin de los confinamiento completos, el ahorro habría descendido. Los negocios ya han abierto, aunque siguen las medidas de prevención aconsejadas (aforo limitado, por ejemplo) y eso ha provocado la vuelta a la movilidad y del gasto de los consumidores, pero sólo hasta cierto punto.
Esto es así porque -por un lado- la crisis económica generada por la crisis sanitaria mantiene a muchas personas con ingresos reducidos, bien por desempleo, bien por estar en ERTES y, por otro lado, existe una precaución entre los demás ante lo que pueda venir.
Sin embargo, la clave es ese segundo ahorro procedente del miedo a contagiarnos. Como no hay seguridad de que no nos contagiemos, los consumidores nos quedamos en casa y generamos un tipo de ahorro por miedo en el que el no gasto procede del ocio y la restauración principalmente.
Para los economistas éste ahorro del miedo es mucho más perjudicial que el ahorro forzoso porque contribuye a reforzar la dinámica de la crisis al minimizar los esfuerzos que realizan comercios y establecimientos de todo tipo para recuperar la actividad económica. Además, puesto que la crisis se prolonga, el potencial efecto beneficioso de este ahorro en la medida en que permite reducir el endeudamiento, se disipa.
Pese a todo, el ahorro es positivo siempre
Aunque estamos ahorrando por miedo a lo que pueda pasar, tanto por inseguridad financiera como por inseguridad sanitaria, el resultado es positivo… si el ahorro está bien destinado. Por eso lo importante es conocer el origen de ese dinero extra con el que nos encontramos a final de mes. Sabiendo de dónde viene ese ahorro podrás valorar si es sostenible en el tiempo o no y obrar en consecuencia.
Si ahorras porque no puedes gastar en partidas donde antes gastabas tienes una fuente de ahorro a corto plazo para reducir deudas. No haces tanto daño a la economía porque es un ahorro forzoso o involuntario y puedes dedicar ese ahorro a mejorar tu situación financiera aportando más al fondo de emergencias.
Tampoco está mal que valores si cuando vuelva la normalidad necesitas ese gasto que tenías. Algunos de ellos volverán a producirse como puede ser el transporte para ir al trabajo, pero otros como los gastos en ocio y restauración, incluyendo máquinas de vending, pueden ser prescindibles en mayor o menor medida.
Sin embargo, si ahorras por miedo tardarás más en recuperar la normalidad y ese ahorro es más a largo plazo. Por lo tanto, si identificas que tienes una partida de ahorro semanal procedente de esta situación deberías dedicarla a un ahorro para cuando la situación se normalice y podrías utilizarla para un capricho o un objetivo vacacional.
En este sentido, el ahorro del miedo podría convertirse en un ahorro voluntario porque tendría un fin. Podría servir para reducir deudas, aumentar el fondo de emergencia o para organizar algún tipo de premio por los malos ratos pasados.
Es bueno que ahorremos porque ahorramos poco
España es uno de los países desarrollados que menos ahorra. Según los datos entre los años 2000 y 2019 ahorramos al 8%, por un 17% de Alemania, un 12% en Suecia y Noruega o un 13% medio en la zona euro. Por lo general, los países que cuentan con una tasa de ahorro más elevada suelen tener niveles de desempleo más bajos.
Para la economía es positivo que ahorremos, aunque siempre será mejor un ahorro voluntario que uno forzoso o impulsado por el miedo. Identifica la procedencia de tu ahorro y el tiempo que te puede durar para dedicarlo al mejor fin posible.
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