Hoy vamos a revisar algunos de los riesgos que afrontan las mujeres en sus ahorros a largo plazo o para la jubilación, así como algunos consejos para mitigarlos.
Recuerda que el dinero con el que contarás tras tu jubilación dependerá de muchos factores como con qué edad te retires, cuánto puedas ahorrar hasta entonces, o cuáles vayan a ser tus gastos una vez jubilada. Peo no olvides el hecho evidente de que hay una brecha salarial también en la jubilación y que hace preciso ahorrar más.
Diferencias entre hombres y mujeres: brecha salarial también en las pensiones
No hay que buscar mucho en Internet para encontrar el dato de que existe una brecha salarial en España; esto es, la diferencia entre lo que cobra un hombre y una mujer por realizar un mismo trabajo, y es de 4.915 euros al año, según Gestha.
Con esta premisa y sin contar con la maternidad, y con que muchas mujeres han sido madres cuando había aún menos posibilidades de repartir los derechos y obligaciones laborales con la pareja de las que puede haber hoy, es evidente que, al llegar la jubilación existirá una brecha salarial (de pensiones).
Al fin y al cabo, la pensión devuelve lo cotizado y esa ya es una desventaja evidente para la mujer.
La única solución a esta situación es ahorrar más a través de planes de pensiones o sistemas de planes de ahorro similares. Un 1% o un 2% más cada mes puede hacer mucho porque el objetivo de asegurarse unos ingresos decentes al jubilarse depende de ese poco cada mes y de dejar que ese dinero trabaje muchos meses y años para nosotras.
Diferencias entre hombres y mujeres: brecha en las inversiones
La brecha de inversión también debe tenerse en cuenta. Supone que las mujeres son más ahorradoras que los hombres, pero suelen mantener ese capital en liquidez y no invertirlo.
El problema es que ese dinero genera dinero si se invierte. Pero en tiempos con niveles de inflación de dos dígitos, mantener dinero en el calcetín supone estar perdiendo valor. Ese dinero permite comprar menos cosas pasados unos meses porque los precios de todo han subido.
Si ese dinero ahorrado se invierte con poco riesgo, pero se invierte, al menos el efecto de la inflación no reducirá su efectividad con el paso de los meses.
Pero si ese dinero se invierte con una cierta estrategia, trabajará por ti y puede permitir que tus finanzas para la jubilación avancen en la dirección correcta.
Por lo tanto, como las mujeres ganan menos y, aunque ahorran más, invierten menos, la brecha cuando llega la jubilación se amplía.
La solución pasa por dejarse asesorar por una profesional e invertir una parte de ese ahorro en algún instrumento financiero que, con un cierto nivel de riesgo, algo soportable, permita que el capital crezca o, al menos, no se deprecie.
Diferencias entre hombres y mujeres: cuidar de los demás
Lo dicen las estadísticas, el 75% de las situaciones en las que una persona de la familia cuida de otra, hablamos de mujeres. Se ha intentado reducir la brecha cuando se trata de bebés, pero suelen ser también las mujeres las que cuidan a los enfermos o personas mayores de la familia.
Y eso supone días de baja, pérdida de días de vacaciones y, sobre todo, días sin cotizar en el puesto de trabajo. No es solo ganar menos durante un tiempo; es perder días de cotización que a la larga amplían la brecha de las jubilaciones.
Estos casos son más difíciles de compensar, pero hay que valorar la necesidad de cubrir de alguna manera esos costes invisibles que perjudican la jubilación de la mujer que se queda cuidando a los niños o las personas mayores de la familia.
Diferencias entre hombres y mujeres: longevidad
Volvemos a las estadísticas para recordar que, de media, las mujeres viven cinco años más que los hombres. No en vano, el 81% de las personas de más de 85 años en los países desarrollados son mujeres.
Esto supone que, en algún momento de su vida, se quedarán solas con su pensión o sus ahorros como único sustento. También supone unos mayores costes en salud, aunque eso solo afecta a quienes tengan sanidad privada y deban pagar por ella cada mes, pues pueden verse en la necesidad de recortar ese gasto si deben costearlo con su pensión o ahorro.
De nuevo, es una cuestión de planificar, pues esos cinco años de media son solo estadísticos y no sabemos la calidad de vida que tendremos a medida que pasen los años. Hay seguros que pueden cubrir esas necesidades, pero lo normal es estimar más ahorro extra porque es probable que vivamos más.
Diferencias entre hombres y mujeres: salud
Contamos con el apoyo de la sanidad pública para no pensar en los costes que aumentan a medida que envejecemos. Sin embargo, la sanidad pública no solo no cubre todas nuestras necesidades, sino que es posible que cubra menos los próximos años.
Aun en el caso de que sigua cubriendo lo mismo que ahora, la mayor longevidad de la raza humana supone que terminaremos con necesidades simples como ayudas para la visión, la ingesta de alimentos ayudas para la audición cuando menos. Y las dentaduras, las gafas o los audífonos no los cubre la sanidad pública.
Y tampoco cubre todos los tratamientos, sobre todo los que son más innovadores. Esto supone unos gastos mínimos razonables que nunca va a cubrir la sanidad pública. Además, si las mujeres viven más, es más probable que necesiten asistencia familiar o que tengan que vivir en residencias donde poder estar acompañadas y cuidadas cuando se queden viudas.
Y un aspecto que no suele tenerse en cuenta, si el hombre es menos longevo, el primero que puede necesitar cuidados de la pareja -según los datos estadísticos- es él. Eso supone que -del ahorro conjunto- habrá menos para la persona que viva más (normalmente, la mujer) porque se empezará a gastar con quien lo necesite primero (estadísticamente, el hombre).
Esta diferencia entre hombres y mujeres solo puede solucionarse con líneas de ahorro distintas ante la suposición razonable de que la mujer vivirá más. Si el ahorro se pone en conjunto, el objetivo por expectativas de vida deberá ser el de quien estadísticamente vivirá más. Por lo tanto, el ahorro debe planificarse para las necesidades de que quien vivas más tenga la misma cobertura.
Diferencias entre hombres y mujeres: pensar en los demás
Las mujeres son más previsoras y suelen pensar más en las necesidades de los demás, entendiendo por demás, familiares más mayores o más jóvenes con necesidades. Desde ayudar a los abuelos o padres con sus escasas pensiones a ayudar a los hijos con los gastos universitarios o de emancipación.
Esta forma de generosidad reduce la capacidad de ahorro de las mujeres. En algunos casos, se puede intentar que los mayores tengan un cierto nivel de ahorro para imprevistos que no tengan que cubrir los familiares, y lo mismo para los jóvenes.
Otra opción es invertir antes e invertir más para que toda esta generosidad no termine por reducir el ahorro de la jubilación de las mujeres.
En conclusión, identificar estos riesgos potenciales en el ahorro a largo plazo para una mujer permite planificar más y mejor la jubilación. Ponerse en manos de un asesor financiero pronto e invertir con una buena estrategia es esencial.
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