Los préstamos son uno de los productos financieros más antiguos que existen, sin embargo a día de hoy muchas personas siguen utilizándolos de una forma poco recomendable. Su fórmula es sencilla: una persona, familia o empresa quiere realizar una compra para la cual no dispone de dinero suficiente. Aquí entra en juego la figura del prestamista, que ofrece un préstamo (valga la redundancia) para que se pueda efectuar la compra a cambio de un compromiso firmado de devolver el dinero y ciertos intereses en un número de cuotas determinado.
Gracias a la facilidad y seguridad que ofrecen entidades financieras y de crédito como bancos, cajas o el propio Cofidis, estos productos se han ido haciendo cada vez más populares. Sin embargo, no han sido pocos los que los han utilizado de un modo incorrecto, convirtiéndolos en una trampa financiera. Para que esto no te pase a ti, repasemos en qué contextos puede ser conveniente solicitar un préstamo y en cuáles no.
Cuándo sí deberías pedir un préstamo
Estos productos financieros son excelentes a la hora de invertir en nosotros y hacer crecer nuestro bienestar personal y financiero en compras de alto valor.
¿Eso te suena un poco confuso? Establezcamos algunos límites. Un préstamo puede ser de ayuda en 5 áreas principales de nuestra vida:
Adquirir una vivienda, el principal objetivo de los préstamos
La vivienda es la compra más cara de nuestra vida. Y la forma más común de adquirirla es mediante el préstamo más famoso que existe: la hipoteca. Un fenómeno que se ha acentuado con los tiempos que corren, en los que el precio de la vivienda parece no detenerse nunca. Más de 14 millones de hogares dependen de una, lo que la hace indispensable para casi todos los españoles.
Si -como a la mayoría- también te toca solicitar una, no temas. Es un proceso que no se antoja fácil, pero que si dispones de los conocimientos y herramientas necesarias puede resultar de lo más beneficioso. Si quieres saber más sobre estos temas prueba a buscar “hipotecas” en nuestro buscador, tenemos todo tipo de información que te ayudará a negociarla y afrontarla. 😉
En esta área también se encuentran las reformas del hogar. Estas no solo mejorarán nuestro confort, sino que también aumentarán el valor de la vivienda. Eso sí, para solicitar un préstamo de este tipo es mejor que la reforma sea de carácter urgente o necesario más que fruto de un capricho puramente estético. Si es el caso y no cuentas con el dinero suficiente para afrontarla, un préstamo personal como los que ofrece Cofidis puede ayudarte.
Formación, la mejor inversión de todas
El conocimiento es clave para muchos ámbitos de la vida, pero puede resultar especialmente valioso en el entorno laboral. Más formación suele traducirse en más y mejores oportunidades, lo que significa mejores sueldos y mayor bienestar financiero. Este potencial de crecimiento no lo ofrece ninguna acción ni startup, por eso decimos que no hay mejor inversión que invertir en ti mismo. Eso sí, las ganas no pueden faltar. La motivación y determinación son claves para que la inversión regrese con beneficios.
“No hay mejor inversión que invertir en ti mismo”
Si vas solicitar un préstamo para costear tu educación o la de tus hijos es mejor que lo hagas en opciones regladas. Sobre el papel, obtener un título acreditado siempre será de mucho más valor que un curso o “máster” sin titulación oficial.
La salud y el bienestar siempre son prioridad
Por suerte, en España disponemos de un sistema que ofrece una amplia cobertura en temas de salud. Sin embargo, la Seguridad Social no siempre llega a todos los casos o, en muchas ocasiones, exige largos tiempos de espera antes de poder proceder.
Solicitar un préstamo en este tipo de casos puede resultar una solución alternativa, pero antes conviene cerciorarse de diversos factores como:
- La veracidad de los tiempos de espera de la sanidad pública
- Los costes de la intervención
- Si existe alguna posibilidad de recibir parte de ese dinero antes, durante o después
- La urgencia
Y recordar que los retoques estéticos no deberían incluirse en esta categoría 💅🙅
Movilidad, otra de las grandes compras de la vida
Si justo antes decíamos que la vivienda es la mayor compra de nuestra vida, ahora toca hablar de la segunda: los coches. Su -cada vez más- elevado coste hace que muchos españoles opten por adquirirlo mediante financiación. De hecho, la mayoría de concesionarios priorizan esta modalidad de pago (un hecho que puedes constatar en la página web de cualquier marca), ya que también les resulta más beneficiosa.
Es habitual pero, ¿es la mejor idea? Como suele pasar en temas financieros, la respuesta es depende. Los vehículos se deprecian muy rápido, pero a la larga puede salir más rentable adquirirlo que alquilarlo mediante modelos de renting. Sea como sea, lo mejor es estudiar todas las opciones y ver cuál se adapta mejor a ti. Y hablando de opciones, te recomendamos que eches un ojo al préstamo para coches de Cofidis y lo compares con las otras alternativas que tienes sobre la mesa… igual te sorprendemos 😉
En este apartado también se podrían incluir segundos vehículos como motos y, por supuesto, los vehículos para personas con movilidad reducida, ya que suelen resultar especialmente caros y demasiado a menudo no cuentan con subvenciones o ayudas para sufragar dicho gasto.
Emprender, el último gran motivo
Arrancar o hacer crecer nuestro propio negocio o proyecto exige un sacrificio enorme, especialmente en este país. Además de horas de trabajo, a menudo se necesita de líquido para adquirir maquinaria, un espacio mejor, equipos informáticos o mejorar cualquier otro aspecto clave (Consejo: no financies cosas banales como decoración o comodidades)
No entraremos muy en detalle, pero en este apartado, al igual que en movilidad, también te recomendamos que estudies todas las opciones. El renting de equipos o vehículos o el alquiler de espacios pueden resultar fórmulas mucho más interesantes si actúas como una empresa. Si dudas sobre qué opción te resulta más beneficiosa o quieres repasar pros y contras no dudes realizar una búsqueda previa para fijar conceptos y hacer la consulta con tu gestor. Así seguro que no te pillan en fuera de juego. 🤓
Cuándo no deberías pedir un préstamo o crédito
Este tipo de productos financieros son cómodos. Permiten obtener de golpe una cantidad interesante de dinero y devolverla en mensualidades, lo que puede generar una falsa sensación que nos lleve a tomar malas decisiones. Para que no te pase a ti, revisemos el abecé a seguir para evitar caer en un mal uso a la hora de pedir un préstamo o crédito.
¿Te lo puedes permitir?
Da igual para qué quieras el dinero; esta es la primera pregunta que te debes hacer. Un préstamo o crédito es estar atado a unas obligaciones fijas de pago, lo que podría suponer un problema si tu situación financiera cambia. Esto es especialmente importante si ya dispones de alguno de estos productos contratados como, digamos, una hipoteca, en cuyo caso podríamos caer en sobreendeudamiento.
Ok, la teoría es muy bonita pero, ¿puedo saber si puedo pagar o no un préstamo? La respuesta es un rotundo y absoluto sí. Aquí es donde entra en juego la capacidad de endeudamiento, una fórmula fácil para calcular si nuestra economía puede soportar la devolución del dinero prestado (y que tienes explicada en detalle en nuestro blog 😉)
¿Gozas de estabilidad financiera?
Como decíamos, cualquier cambio en nuestra situación personal, familiar o laboral puede alterar nuestro equilibrio económico. Desde la pérdida de un trabajo a la llegada de un hijo o el ingreso de este en la universidad, pasando por averías o reformas en casa o algún gasto derivado de la mascota.
Por eso, son claves factores como disponer de un trabajo fijo u fuentes alternativas de ingresos pasivos, así como disponer de un colchón financiero o fondo de emergencia para afrontar estas situaciones y disponer de la tranquilidad suficiente para asumir los pagos de un préstamo.
¿Realmente lo necesitas?
Que nuestras finanzas vayan bien no es motivo para andar derrochando. Es cierto que muchos gastos solo se justifican desde la ilusión y que está bien darse algún caprichito o premio de vez en cuando. Pero a la hora de solicitar un préstamo o crédito estamos hipotecando nuestro futuro financiero por algo muy concreto. ¿Realmente vale la pena?
Si te cuesta decidirte tenemos un par de preguntas que puedes hacerte: ¿Es algo de vital importancia o secundario? ¿Adquirirlo es urgente o puede esperar? Si las respuestas marcan que se trata de algo clave, adelante, solicita ese préstamo. Pero si ves que no es tan necesario piensa en otros métodos de adquirirlo como, por ejemplo, fijándote una meta de ahorro.
Situaciones en las que deberías evitar pedir dinero
Dejémonos de teoría y preguntas. Es hora de ver ejemplos del día a día y analizar el motivo por el cual no conviene mezclarlos con préstamos y créditos. ¡Empezamos!
Llegar a fin de mes
Sabemos que llegar a final de mes puede ser muy difícil, pero recurrir a un préstamo o crédito solo hará que alargar la situación. Llegado el momento es mejor apretarse el cinturón y prescindir de aquello menos esencial antes que tomar esta pésima decisión.
Afrontar compras domésticas
Electrodomésticos, móviles, periféricos, aparatos de gimnasio, una bici nueva o mejoras para el coche… Es mejor afrontar estos gastos de formas alternativas a la financiación.
Ir de vacaciones
Endeudarse por hacer un viaje tampoco es la mejor de las ideas, aunque haga mucha ilusión o sea el “viaje de tus sueños”.
Pagar facturas
Los gastos personales o familiares no deben generar nunca un problema financiero, especialmente en aquellos que son recurrentes como puede ser el pago de suministros, las letras del coche, la hipoteca, gastos escolares, etc. Todos ellos deberían ser perfectamente asumibles mediante una buena planificación financiera, por lo que si nos vemos abocados a esta situación es una señal de alarma para empezar a hacer bien las cosas.
Realizarse tratamientos estéticos
Implantes de pelo, operaciones estéticas, tratamientos de belleza de última generación… Aunque repercutan en nuestro bienestar, es mejor afrontar estos costes de una forma más directa.
Costear celebraciones
Aunque mucha gente lo hace, es preferible no recurrir a préstamos para afrontar una celebración como una boda o un bautizo. La esencia de estos momentos es estar juntos, por lo que es mejor pensar en opciones asumibles financieramente antes que gastar de más para tratar de hacer algo diferente.
Usar el dinero para invertir
Aunque animamos enormemente a invertir como método de hacer crecer nuestro propio dinero, no es para nada recomendable comprar valores o acciones con un dinero que todavía no es nuestro. A los intereses de devolución hay que sumar el riesgo de perderlo y tener que afrontar una deuda especialmente dolorosa.
Juegos y apuestas
En la misma línea, es totalmente desaconsejable solicitar préstamos o créditos para apostar por muy seguro que parezca.
Pagar otro crédito
Evitar a toda costa esta práctica, ya que solo conduce a un círculo vicioso del que puede ser muy difícil (y especialmente costoso) salir.
Solicitar créditos simultáneos en dos entidades
Este “truco” es otra pésima idea. Las entidades financieras cada vez están más atentas a estas jugadas, pero si colara no es más que mentirnos a nosotros mismos. Se obtiene más dinero, sí, pero las devoluciones han sido calculadas sin tener en cuenta el otro crédito, lo que puede terminar ahogando al solicitante.
Qué debes tener en cuenta al solicitar un préstamo
Ok, has decidido que necesitas solicitar un préstamo. ¿Y ahora qué? Veamos algunos puntos clave que debes tener presentes a la hora de firmar uno.
Crédito y tipos de préstamo
Lo primero importante que debes saber es que habitualmente se usan de forma conjunta o como sinónimos, un préstamo y un crédito no son exactamente lo mismo. El primero ofrece una cantidad fija al solicitante de una sola vez, la cual debe ir devolviendo de forma periódica mediante cuotas o plazos. El crédito, en cambio, se acuerda una cantidad tope teórica, la cual no es necesaria retirar de golpe, sino que puede ir cogiéndose poco a poco, lo cual puede hacer variar el importe de las cuotas de retorno.
Ya que “pasamos por aquí” es casi obligatorio mencionar que también existen diferentes tipos de préstamos. Los más comunes son el hipotecario y el personal, que puede tomar muchas formas como, por ejemplo, un préstamo de estudios o un préstamo para reformas. Son los más conocidos porque son los que van dirigidos a las personas, pero también los hay orientados a empresas. Aquí encontramos los préstamos instrumentados, que son los más utilizados por las PYMES, y los préstamos sindicados, empleados para financiar grandes operaciones.
Amortización, tipos de interés, comisiones y gastos
Momento de hablar de las cuotas. Al pagar cualquier préstamo estamos cubriendo dos gastos: la amortización del capital prestado y los intereses. Lo más común es que cada pago que realizamos destine una parte a cada uno de ellos.
En los préstamos personales influyen dos tipos de interés: los famosos TIN y TAE. El primero de ellos, el Tipo de Interés Nominal, es un porcentaje que recibe la entidad financiera por prestar el dinero. La Tasa Anual Equivalente (o TAE) marca el coste efectivo de los préstamos a lo largo del año, así como el rendimiento de productos de ahorro. Su resultado depende del tipo de interés nominal, la periodicidad de las cuotas, las comisiones y otros gastos de operación.
¿Qué pasa si no puedo pagar el préstamo?
Faltar a la obligación de pago de un préstamo puede multiplicar el efecto de un mal momento financiero. Con el fin de intentar atajar el problema cuanto antes, lo más sensato es hablar con la entidad que concede el préstamo para renegociar el pago de la deuda. Evidentemente no es la situación ideal, pero es lo más recomendable antes de que la patata se haga más grande.
Si no se habla con la entidad y no se llega a un acuerdo o se soluciona de otra forma el problema solo hará que agravarse, pudiendo desencadenar en embargos o en situaciones de insolvencia, con todo lo que ello conlleva. Puedes echar un vistazo a nuestro artículo de cómo salir de ASNEF si quieres investigar más sobre este tema.
Solicita el préstamo a una entidad seria
Dirígete siempre a entidades sólidas a la hora de solicitar un préstamo. Sí, somos Cofidis y somos especialistas en esto, puedes elegirnos o no, pero lo que sí te pedimos es que siempre optes por bancos, cajas de ahorro o entidades de crédito reconocidas y serias como nosotros.
A pesar de que las condiciones vayan a ser unas u otras, todas juegan bajo las mismas reglas legales. En cambio, otro tipo de prestamistas podrían ser más flexibles a la hora de prestar dinero, pero con unas condiciones no reguladas que podrían ser abusivas.
No pidas más dinero del que necesitas
Si vas a solicitar un préstamo, por favor, no te dejes llevar por el síndrome del “Ya que estamos…”. Si no te suena el nombre es normal, porque nos lo hemos inventado, pero podemos decirte que es muy común. Mucha gente aprovecha el trámite de solicitud para pedir un poco más de dinero, porque ya que estamos…
Es crucial tener bien definido el objetivo y el coste del gasto, así como ceñirnos a él y no pasarse de la raya. Sobrepasar esa cifra seguramente será destinado a algún gasto superfluo, innecesario o capricho, lo cual solo hará que alargar el periodo de devolución del préstamo por algo de lo que podríamos prescindir.
Los plazos, lo más cortos posibles
El factor tiempo es de gran ayuda para reducir las cuotas e ir más relajado, pero a nivel financiero no es la mejor opción. Dilatar la devolución mediante un plan de plazos extenso suele esconder una gran trampa: una mayor cantidad de intereses.
Por este motivo conviene calcular bien cuál es la cuota más alta que podemos afrontar sin riesgos para tratar de reducir los plazos al máximo y saldar la deuda cuanto antes.
Cómo solicitar un préstamo
A nivel administrativo, solicitar un préstamo no es nada complicado, especialmente si hablamos de uno personal. Simplemente se necesita acreditar que se es mayor de edad y que se es solvente y/o se dispone de ingresos estables. Para acreditar esto solo hace falta:
- DNI o NIE
- Cuenta corriente
- Vida laboral
- Nóminas
En el caso de los autónomos, y a modo alternativo, también se puede solicitar alta de autónomos (Modelo 036 o 037), documentos que justifiquen los ingresos, declaraciones de IVA y pagos de IRPF.
Con todos estos documentos listos, solo hace falta contactar con la entidad de crédito y negociar las condiciones.
4 consejos y trucos para pedir un crédito con éxito
Solicitar un préstamo o crédito es fácil, pero eso no significa que vaya a ser concedido. Por suerte, existen cosas que podemos hacer para tratar de garantizar una respuesta positiva.
Mejorar nuestra solvencia
Todas las entidades financieras hacen sus cálculos a la hora de conceder un préstamo o hipoteca. Cada uno tiene el suyo, pero todos se basan en un análisis de nuestra solvencia financiera. Es lo que se conoce como scoring financiero, del cual también hemos hablado en profundidad en este blog y hemos visto consejos para mejorarlo.
Prepara garantías y avales
La entidad crediticia solo quiere recuperar su dinero, por lo que cualquier factor que demuestre tu compromiso será bien recibido. En este caso disponer de métodos de pago alternativos como bienes inmuebles o avalistas puede resultar de gran ayuda para afrontar la operación.
Ofrece un propósito claro y de valor
A la hora de negociar con la entidad, solicitar el crédito para algo verdaderamente relevante también cuenta. Y es que no es lo mismo ayudar a alguien a financiar sus estudios universitarios a que se someta a una operación estética.
Compara siempre
Como hemos comentado, las condiciones pueden variar de una entidad u otra en función de si eres cliente o no, si tienen alguna promoción en marcha, si estás dispuesto a contratar servicios o productos vinculados, etc. La gran ventaja de internet es que puedes hacer diferentes simulaciones en pocos clics, pudiendo comparar y encontrar la opción más beneficiosa para ti en minutos. Eso sí, recuerda siempre leer la letra pequeña.
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