Como todo lo que supone llegar a un acuerdo, los primeros pasos entre unos y otros van en direcciones contrapuestas, aunque todos coinciden en que el pacto de rentas no debe contemplar solo los salarios.
Por eso hoy te vamos a explicar qué es el pacto de rentas y por qué es tan importante.
El problema de la inflación
Para empezar, debemos hablar de la inflación, que se situó en el 10,2% en el mes de junio, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, en sus últimas previsiones, el Banco de España estimaba que la inflación cerrará 2022 en el 7,2% para caer hasta el 2,6% en 2023 y hasta el 1,8% en 2024.
De la inflación o forma de medir la subida de los precios ya te hablamos en un artículo anterior. ¿Qué es la inflación y cómo afecta a mi bolsillo?. Decíamos entonces que una inflación de hasta dos puntos básicos era aceptable porque indicaba que la economía crecía con fuerza y que podía soportar una subida en los precios generales de los bienes y servicios.
Sin embargo, una inflación por encima de ese 2% supone un desajuste porque los precios suben más que los salarios y se produce una contracción. Vamos, que los consumidores dejamos de comprar porque no tenemos dinero y la economía se para. Pues bien, en esa situación estamos. Por eso se habla ahora de un pacto de rentas.
El pacto de rentas de 1977
Ya hubo un pacto de rentas antes en España. Fue en 1977, durante el primer gobierno de la democracia bajo la presidencia de Adolfo Suárez. En aquellas fechas la inflación española se fue hasta el 28,4% coincidiendo también con una crisis global, la crisis del petróleo.
La solución entonces fue un pacto de rentas entre patronales y sindicatos para subir un máximo del 22% los salarios y asumir una reforma fiscal radical y laboral que impulsó nuevos derechos para los trabajadores.
¿En qué consiste o en qué consistiría el pacto de rentas hoy?
En poner de acuerdo a sindicatos y patronales para reducir el impacto negativo que la inflación desbocada está teniendo en las familias.
Por un lado, los sindicatos quieren una subida de los salarios que compense la pérdida de poder adquisitivo (capacidad de compra) de las familias por culpa de la subida de precios.
Por otro lado, la patronal insiste en que los salarios no pueden estar ligados a los precios porque eso generaría una espiral inflacionista. Vamos, si nos suben el sueldo para que podamos seguir comprando a precios caros, los precios no van a bajar y mantendríamos el problema tal y como lo tenemos ahora.
En esta línea se ha manifestado el Banco de España: ha pedido un pacto de rentas en el que la subida de los salarios no iguale la subida de la inflación. El BdE argumenta también que si suben los salarios aumentarán los costes de producción de las empresas, lo que las obligará a subir los precios. De nuevo, se generaría una espiral inflacionista porque los salarios volverían a estar por debajo de los precios y terminaría estallando una crisis porque la situación se haría insostenible.
El tercero en discordia en este pacto de rentas es el gobierno. Por un lado, es el mediador entre patronal y sindicatos, pero, por otro lado, también tiene que hacer algo por su parte adoptando medidas extraordinarias al pacto de rentas.
Estas medidas serían algo parecido a lo que se implantó en tiempos de Suárez y que estarían encaminadas a compensar la pérdida del poder adquisitivo de las familias y el aumento de costes que tendrían que asumir los empresarios si aceptan una subida de los salarios en este nuevo pacto de rentas.
¿Es un pacto de rentas la solución al problema?
En cierto modo sí, porque la inflación desbocada que estamos viviendo ahora también tiene un fuerte componente externo (crisis en Ucrania y sus consecuencias sobre los precios de la energía y los alimentos) sobre la que no podemos hacer nada.
La solución española sería ese pacto de rentas en el que se llegase a un acuerdo para reducir el impacto de la inflación mediante una subida de los salarios y el impacto de la lucha contra la inflación (esa subida de los salarios) en las cuentas de las empresas.
Dado, además, que la inflación ha venido para quedarse, tal y como pronostica el propio BdE, es necesaria una solución nacional que pueda regular la economía. De otro modo, la única forma de frenar la inflación es destruir la demanda (comprar menos) lo que recortaría también el beneficio de las empresas y terminaría por destruir empleo. Esto supondría el inicio de una recesión de la que también se está hablando ya en todo el mundo occidental.
¿Qué propuestas habría?
Desde la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) proponen acuerdos sobre los salarios, beneficios y otras rentas. Pero también medidas complementarias del tipo ayudas directas a los sectores productivos más afectados por el impacto de la inflación y a las familias de menores rentas; y medidas dirigidas a reducir la demanda de energía y de reducir la dependencia de la generación energética fósil (petróleo y gas natural).
Las primeras tendrían la forma de transferencias no condicionadas a los precios de la energía o la de reducción de impuestos específicos. Mientras, las segundas, pasarían por alargar la vida útil de las centrales nucleares existentes.
Por último, proponen establecer un impuesto o recargo sobre los beneficios procedentes de los mayores márgenes empresariales por encima de unos máximos pactados.
Y hasta aquí el pacto de rentas, un acuerdo a tres bandas para ayudar a reducir el impacto de la inflación sobre las familias y empresas.