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¿Qué es una economía de guerra y cómo afecta a la población civil?

¿Qué es una economía de guerra y cómo afecta?

El término economía de guerra hace referencia a la forma en que se organiza la economía de un país durante un conflicto armado. Se entiende que consiste en maximizar su capacidad de producción y distribución, lo que pasa por ajustes sustanciales a la producción que permitan acomodarse a las necesidades del país.

El término economía de guerra hace referencia a la forma en que se organiza la economía de un país durante un conflicto armado. Se entiende que consiste en maximizar su capacidad de producción y distribución, lo que pasa por ajustes sustanciales a la producción que permitan acomodarse a las necesidades del país.

Dicho de otro modo, la economía de guerra consiste en decidir la mejor manera de distribuir los recursos de un país con el fin de alcanzar la victoria militar sin dejar de responder a la demanda local.

 

Economía de guerra según el nivel de implicación

El mayor impacto de una situación bélica depende de si el país tiene el conflicto en su territorio o no. De ser ese el caso, no se trata solo de financiar la industria bélica o de la pérdida de soldados, sino de los daños en infraestructuras, de los desplazamientos de la población y de las muertes de civiles.

Los casos más evidentes fueron los de la Francia ocupada por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, los de la Inglaterra atacada en ese mismo conflicto o los de un aliado alejado de la primera línea como era Estados Unidos. Todos ellos aplicaron una economía de guerra, pero para cada uno de ellos fue distinta.

En el caso de Alemania, la economía de guerra empezó por financiar el desarrollo de la industria militar antes y durante el conflicto. Sin embargo, cambió radicalmente cuando la primera línea de combate entró en su territorio.

 

Impactos generales de una economía de guerra

A grandes rasgos, los impactos más relevantes de una economía de guerra provienen del mayor gasto público en defensa. Esto obliga a reducir el gasto público en otros aspectos. Así, otros sectores deben reinventarse ante las presiones de crear mejores productos con menos medios o iguales, pero a un coste menor.

O a adaptarse a las nuevas necesidades de la población del tipo seguridad, habitabilidad, alimentación, servicios básicos o sanidad. Por ejemplo, convertir barcos en hoteles, estaciones de metro o tren en refugios antiaéreos u hoteles en hospitales.

A lo largo de la invasión rusa de Ucrania se han visto muchos ejemplos de economía de guerra, en la medida en la que la población civil se adaptaba a una nueva realidad. El más evidente quizás fuera la prohibición de que los hombres salieran del país y se quedasen para defenderlo o los millones de desplazados hacia países vecinos como Rumania, Moldavia o Polonia.

A veces, la economía de guerra consigue avances en los sectores industrial, sanitario o tecnológico debido a que se hace de la necesidad, virtud. También, porque algunos avances en materia militar pueden tener luego aplicaciones en materia civil.

Sin embargo, la economía de guerra también frena el desarrollo de otras industrias al retirarles recursos de todo tipo. Es por ello que algunos economistas valoran más esa parte negativa de parar en seco toda evolución que no genere un impacto positivo inmediato en la economía del país.

 

Pérdida de mano de obra temporal o total

Tampoco es raro en una economía de guerra que grupos de población normalmente expulsados del mercado laboral vuelvan al mismo ante la necesidad de maximizar los recursos. Sería el caso de las mujeres o de las personas mayores, incluso de los niños, como se vio en las dos grandes Guerras Mundiales.

 

Cambios en la manera de financiarse

Uno de los primeros movimientos de una economía de guerra es el mayor intervencionismo del estado. Como hizo Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, los países suben los impuestos y emiten bonos de guerra. Estos son bonos públicos o con la garantía del Estado creados para ayudar a financiar el conflicto.

Posteriormente, se crean comités de expertos que estudian y deciden cómo sacar el máximo partido de los recursos, incentivando la necesidad principal de avanzar hacia el éxito en la guerra. Muchas veces, se obliga a empresas de otros sectores a trabajar para la industria militar o a adaptar su producción o productos para dar respuesta a las necesidades del ejército o de la población civil.

Economía de guerra fuera de un conflicto bélico

Aunque no es una situación normal, la economía de guerra puede aplicarse también en situaciones especiales. Algunos países la aplican en el caso de grandes desastres naturales como terremotos, tsunamis, inundaciones o incendios.

Dependiendo del impacto del desastre, del tamaño de la zona afectada o del número de personas, la economía de guerra se aplica o no.

Población civil en economia de guerra

Un caso especialmente relevante de economía de guerra se vivió en 2020 con la pandemia por la Covid-19. A pesar de que no se produjo ningún desastre natural o conflicto bélico, los países tuvieron que tomar decisiones muy similares a las de una economía de guerra. Solo que en ese caso se puso en marcha una economía de guerra contra una enfermedad.

Se crearon comités públicos, se tomaron decisiones que afectaban a la sociedad y la economía y se cambiaron las prioridades. Hubo hoteles al servicio de enfermos y sanitarios, el ejército trabajó para la población civil, se confinó a la población, volvieron médicos y enfermeras jubilados al trabajo, se puso a trabajar a los médicos noveles (recien obtenido el MIR), se intentó que las industrias locales fabricaran mascarillas, mamparas, gel hidroalcohólico… Y se elevó sensiblemente el gasto público.

Todo fue una economía de guerra en la que los recursos de los países se pusieron al servicio de la salud de los ciudadanos sin dejar de lado las demandas de toda la población (servicios mínimos). Por lo tanto, ya hemos vivido en España una economía de guerra este siglo todos y no solo los más ancianos que la sufrieron en el siglo XX (Guerra Civil y IIGM).

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