¿Qué implica eso? Cuando te conviertes en un autónomo tú eres una empresa y respondes de ella con todos tus bienes presentes y futuros ante las posibles deudas que contraigas. Conviene que tengas esto muy en cuenta porque la situación que se ha vivido con la pandemia por la COVID-19 ha colocado en una situación financiera límite a muchos autónomos.
Y en el caso de este tipo de profesionales, un problema financiero en la empresa supone un problema financiero para el empresario y su familia. Y hay muchos aspectos que cubrir, pues cualquier imprevisto se puede llevar por delante las finanzas de un autónomo, desde un accidente a una enfermedad de larga duración, una pandemia, un incendio o un robo.
Según la actividad profesional a la que te dediques, puedes prever algunos de estos riesgos y, si los identificas, puedes valorar la posibilidad de preparar algún tipo de protección ante la eventualidad de que se produzcan.
Cuatro grandes riesgos de ser autónomos
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Pérdidas del patrimonio
Todas las empresas para echar a andar precisan de una inversión mínima en equipos. En algunos casos, basta con un ordenador y una conexión a Internet, pero en otros las inversiones pueden llegar a ser elevadas, como las de quien abre un negocio físico (una tienda, por ejemplo).
En este caso resulta clave identificar los activos más caros de todos los adquiridos y estudiar la forma de protegerlos. A veces, basta con hacer copias de seguridad de los datos, invertir en un buen antivirus, una alarma o un seguro multirriesgo. -
Enfermedades y accidentes del personal
Si el personal de la empresa eres sólo tú, el riesgo es menor que si dispones de plantilla, pero también es verdad entonces el dicho de que un autónomo nunca se pone (se puede poner) enfermo. Si así fuera, no sale el trabajo y si no sale el trabajo, no facturas. Estarás cubierto por la seguridad social en cuanto te des de alta como autónomo, y podrás ampliar esta cobertura con un seguro de salud privado para esperar menos en las consultas o para las pruebas médicas.
Sin embargo, ante un accidente o una enfermedad que te obligue a parar (como el COVID-19) las pérdidas por no poder ingresar o por contratar a otra persona que te sustituya pueden llevarse por delante tu negocio. -
Responsabilidad civil frente a terceros
Esta responsabilidad es quizás la más gravosa e impredecible de todas las posibilidades de que las cosas vayan mal. Consiste en la responsabilidad que tiene el empresario ante daños ocasionados a terceros. Algunos posibles daños pueden estar claros y controlarse, pero otros escapan al autónomo. Si roban datos de tus clientes a través de tu ordenador o wifi, si un cliente sufre una intoxicación alimentaria, etc. son riesgos que están ahí, pero que no puedes controlar fácilmente y que se pueden comer a tu empresa y arrastrar a tu familia.
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Retrasos o impagos
Cuando tu negocio echa a andar necesita de unos ingresos recurrentes para pagar deudas, cubrir gastos y producir beneficios. A medida que vas facturando, cuentas con ellos para tu día a día, pero ¿qué pasa si algún cliente se retrasa en sus pagos o -por el motivo que sea- no te paga? ¿Te lo puedes permitir?
Piensa en todos aquellos a los que afectó la pandemia por la COVID-19 ¿Podrías aguantar dos semanas de confinamiento sin facturar y con los gastos fijos?
¿Cómo protegerte ante estos riesgos?
Para otros casos más graves, seguir la normativa puede ser la solución más evidente. Hay actividades que exigen la tenencia de un seguro (vehículos y las mercancías que transportan, por ejemplo) y tener empleados exige un contrato de trabajo.
Todo depende también del valor del patrimonio que precise la empresa para funcionar. No es lo mismo dar clases desde casa que abrir un bar. Cuanto mayor sea el patrimonio, más conveniente será tener un seguro que lo cubra. Hay negocios que si no funcionan se cierran y punto, pero otros son más complicados de cerrar y hasta para echar el cierre soportan gastos.
Del mismo modo, debes valorar el posible impacto que tendría un daño a terceros. En algunas actividades como las reformas es obligatorio, pero nadie es ajeno a un posible robo o a daños en las mercancías que se elaboran o envían. Y cada vez es más fácil ser víctima de un ciberdelito, con el riesgo añadido de que puede que no te enteres de que lo estás sufriendo.
Para todo este tipo de contingencias, lo mejor es un seguro multirriesgo que te cubra de todas ellas. Lo más importante es que valores que hay situaciones que si no están cubiertas de alguna manera te obligarán a echar el cierre. Y, en según la actividad económica, las consecuencias pueden llegar incluso más allá del dinero y suponer una reclamación penal. Por lo tanto, los seguros multirriesgo son recomendables para todos los autónomos.
Otras posibles coberturas
La pérdida de ingresos puede compensarse con un seguro de indemnización que amplíe tus rentas ante una baja médica larga o un accidente. Un autónomo que paga lo mínimo (la mayoría) no tendrá más de 500 euros mensuales si enferma, una cifra a todas luces insuficiente para aguantar el chaparrón.
Si la caída de ingresos se produce por retrasos o impagos puede contratarse algún seguro de crédito. Que este seguro sea o no rentable dependerá del volumen de ventas a crédito que se realicen y de la solvencia de las empresas a las que se hagan. Como consejo, y siempre que sea posible, conviene no aceptar trabajos con cobros a más de un mes. Cuando empiezas es posible que no puedas elegir, pero no conviene aceptar estos riesgos por norma.
Por último, si te dedicas a alguna actividad profesional de elevada responsabilidad como puede ser la sanidad o el asesoramiento profesional a empresas (legal, fiscal, etc.) donde las indemnizaciones pueden resultar muy relevantes, conviene que te plantees una situación de separación de bienes con tu pareja para que tu empresa no se lleve por delante a tu familia en caso de contingencia grave.
Si aún no eres autónomo y tienes dudas a serlo, te recomendamos seguir paso a paso estos posibles riesgos a los que te puedes enfrentar. Y si todavía no sabes cómo iniciar tu negocio, consulta nuestra entrada de ideas para abrir un negocio rentable.