Es un estado de agotamiento físico, emocional y mental que tiene su origen en el entorno laboral y el estilo de vida de la persona. Básicamente, es una forma de estrés que toma la forma de ansiedad o depresión (motivos que aparecen normalmente en las bajas laborales asociadas) y puede tener consecuencias muy graves, tanto físicas como psicológicas.
El síndrome de burnout impide disfrutar de la vida y puede arrastrar a las personas queridas.
¿Qué es exactamente el síndrome burnout?
Podemos definirlo como una exposición continuada al estrés laboral que termina con la desmotivación y la pérdida del sentido de la responsabilidad. Es una dejadez por agotamiento físico, mental o emocional o por una sensación de que el empleado da más de lo que recibe.
La Universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud clasifican este síndrome en tres tipologías:
- Frenético, cuando el trabajo lo absorbe todo y el empleado siente que no tiene vida personal y nota problemas de salud
- Sin desafíos, cuando se percibe una desmotivación e indiferencia total por la tarea
- Desgastado, cuando se llega a la negligencia por falta de reconocimiento
Síntomas del síndrome burnout
La lista de síntomas asociados a esta enfermedad es muy amplia. En algunos casos es posible detectarlas a tiempo y evitar que vayan a mayores. Son estas:
- Baja autoestima
- Estrés o nerviosismo permanente
- Problemas para concentrarse o de memoria
- Irritabilidad e impaciencia; a veces, agresividad
- Sentimientos de agotamiento, impotencia o fracaso.
- Escasa realización personal
- Mala comunicación
- Absentismo laboral y bajo rendimiento
- dolor de cabeza, taquicardias e insomnio
Algunas de las consecuencias de esta dolencia son una mayor incidencia de enfermedades leves ante la debilidad del sistema inmunitario y la adopción de hábitos poco saludables, como la mala alimentación o el exceso de excitantes como el café, el alcohol o el tabaco.
¿Qué lo causa?
Por lo general, proviene de situaciones de estrés laboral del tipo carga de trabajo excesiva, tareas repetitivas, poca autonomía, malas relaciones, escasa formación y falta de apoyo o reconocimiento.
No es del todo una forma de estrés porque esta última puede tener connotaciones positivas en la medida en que permite trabajar más o mejor en momentos puntuales. El síndrome es siempre negativo porque implica no poder llegar nunca al objetivo (exigencias excesivas).
Entre los factores de riesgo se cuentan:
- Organizaciones demasiado burocratizadas y que dejan poca autonomía, poco tiempo para organizarse y que con sustituciones que no llegan a tiempo o no están formadas.
- Expectativas laborales incumplidas. Hay mucho burnout en profesiones vocacionales que no son lo que se esperaba de ellas.
- Las personas conformistas, inseguras y dependientes sufren más frente al estrés. También aquellas con baja autoestima o demasiado perfeccionistas son candidatas a caer en este síndrome.
¿Cómo evitar el burnout?
Prevenir o evitar el burnout puede hacerse desde la empresa o desde la vida personal de cada uno. Hay que trabajar los sistemas de recompensas de las empresas y las políticas de motivación, así como las que eviten la sobrecarga laboral.
De forma más personal, hay que reducir el nivel de exigencia y evitar el perfeccionismo, encontrar la llave de la motivación personal o automotivación y encontrar nuevos desafíos.
Eso último pasa por adaptar las expectativas laborales a la realidad del día a día y olvidarse un poco de las expectativas previas.
Diagnóstico y tratamiento
Para poder ajustar toda esta lista de posibles síntomas y aislarlo de otras formas de estrés hay que hablar abiertamente con los profesionales y explicar cómo es la situación en la empresa y cómo se organiza el trabajo.
Por lo general, se utiliza la escala de Maslach o Maslach Burnout Inventory (MBI), constituida por una lista de 22 afirmaciones sobre cómo se siente la persona en su trabajo, su entorno laboral, compañeros, clientes, público en general, etc.
La mejor forma de tratar el síndrome es evitar que se produzca en el ámbito laboral con políticas encaminadas a mejorar las situaciones de estrés. Desde un punto de vista del afectado se pueden trabajar la autoestima, revisar las expectativas laborales y reforzar la resiliencia y la asertividad.
También se puede llevar a cabo un tratamiento psicológico centrado en aprender a vivir con el estrés mediante técnicas de respiración, relajación o terapias cognitivo-conductuales, identificar el síndrome y los factores que lo originan en cada caso particular y cambiar hábitos negativos por hábitos saludables, como el deporte o una alimentación más sana, sin excesos de alcohol, tabaco, fármacos o excitantes (café, té, refrescos energéticos, cola, etc.).
Desde Vivemásvidas queremos evitar estas situaciones que reducen la calidad de vida de las personas y proponer alternativas más saludables y positivas. No podemos cambiar tu trabajo, pero sí que te plantees cambios a mejor.
Y, si todo pasa por cambiar de trabajo, también podrás encontrar trucos y consejos para que puedas hacerlo. Por ejemplo, leyendo: ¿Qué competencias digitales mejoran un currículum? o Cómo mejorar tu perfil profesional