Si nos paramos a pensar un momento sobre nuestro consumo, no es difícil darnos cuenta de que la cultura del “usar y tirar” y el ritmo de consumo desenfrenado, sobre todo en los países desarrollados, está provocando que generemos una cantidad de residuos desmesurada. Por suerte, hemos aprendido de nuestros errores y ya sabemos que se pueden seguir consumiendo todas esas cosas que nos gustan, pero al mismo tiempo reducir los residuos producidos. Bienvenidos a la era Zero Waste o, lo que es lo mismo, la era de cero residuos.
¿Qué es el movimiento Zero Waste?
El movimiento Zero Waste, que en castellano quiere decir Cero Residuos, proviene de la preocupación por evitar al máximo la creación de residuos provenientes del consumo diario. Es prácticamente imposible saber dónde comenzó este movimiento, porque surgió de una manera muy natural en varios lugares del mundo.
Posiblemente, se podría establecer el inicio del movimiento de manera más popular durante los años 90 y principios del siglo XXI, aunque su origen viene de mucho más atrás. Antes de los años 80, era muy común reutilizar envases de vidrio: lo normal era que los envases de vidrio se devolvieran, que las bolsas de tela para el pan y las tiendas duraran muchos años y que se produjeran muchos menos residuos.
Sin embargo, en la década de los años 80 se popularizaron los envases desechables. Como hemos dicho, más cómodos, porque no había que almacenarlos y devolverlos a las tiendas. Botellas de plástico, pajitas de plástico, bolsas de plástico para usar y tirar… Todo se usaba una sola vez y se tiraba a la basura. En consecuencia, hasta bien entrados los años 90 del pasado siglo y los primeros del nuevo, la recuperación y el reciclaje tampoco estaban en marcha, así que el volumen de residuos comenzó a ser excesivamente alto.
En este contexto, la llegada del reciclaje supuso un alivio. Muchos de estos residuos podían ser reutilizados, una vez tratados, para convertirlos en nuevos envases e incluso en materiales para crear otros productos. Pero seguía siendo insuficiente y el problema seguía sin resolverse… Así nació la filosofía del Zero Waste que, en lugar de promover el uso del reciclaje, se centraba en no producir residuos.
Por ello, uno de los pilares de este movimiento es el uso de envases y utensilios reutilizables para reducir la cantidad de plástico que desechamos. Pero esta filosofía no solo se centra en tener cuidado a la hora de seleccionar los envases que se van a utilizar, sino que nos ayuda a reducir nuestra huella contaminante en el medio ambiente. Para poner en práctica este movimiento se sigue la regla de las 5 erres en el siguiente orden:
- RECHAZAR lo que no necesitamos
- REDUCIR lo que necesitamos
- REUTILIZAR cambiando los desechables por alternativas reutilizables y comprando de segunda mano
- RECICLAR aquello que no podemos rechazar, reducir o reutilizar
- ROT, que traducido quiere decir COMPOSTAR, DESCOMPONER
Siguiendo estas normas es muy fácil saber cómo adoptar este movimiento y hacer que en nuestro día a día sea más fácil reducir los residuos que, sin darnos cuenta, producimos rutinariamente. Es una buena manera de ser más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente dentro y fuera de casa.
¿Cómo reducir los residuos en el día a día?
Aunque parezca algo difícil de realizar, para reducir los desperdicios que acaban en la basura solo hay que prestar un poco de atención a lo que consumimos cada día:
- Escoge tus envases sabiamente. Basta con fijarse en los envases que utilizan esos productos que compramos, elegir los que presentan unos elementos más sostenibles y huir del exceso de materiales en el embalaje.
- Cada residuo a su contenedor. Hay productos que no pueden entrar en esta filosofía, ya que generan residuos y no podemos evitarlos. En ese caso, hay que tener en cuenta que se deben reciclar y depositar en los contenedores específicos para ello.
- Di sí a los reutilizables. Muchos productos permiten reutilizar el envase una y otra vez, así que es mejor comprar estos.
- Elige el grande. Es importante no comprar paquetes de comida en pequeñas cantidades, por ejemplo, fruta envuelta en plástico. Cuanta menos cantidad hay, más importancia tiene el envase desechable.
- Mejor a granel. Una buena manera de reducir plásticos es comprar a granel productos como el arroz, las legumbres, la pasta o el café. Ya que ni siquiera hace falta el uso de una bolsa de plástico, sino que existe la posibilidad de usar envases rellenables. Puedes llevar tu propio envase de vidrio o bolsa de tela para rellenar el producto que elijas, así que no hay excusas para evitar el empleo de otros medios más contaminantes.
- Busca comercios Zero Waste. Cada vez hay más comercios que se están involucrando en este tipo de servicios, huyendo de la acumulación de elementos desechables. Busca en tu ciudad y seguro que encontrarás algún establecimiento comprometido con la filosofía Zero Waste muy cerca de tu casa.
- Renueva tu vajilla. Otra manera de evitar esos elementos desechables es consumir vasos para bebidas, cubiertos, pajitas y vajilla reutilizables. Se han popularizado vasos, cubiertos y platos de papel. Obviamente, resultan más sencillos de procesar y reciclar que los de plástico, pero su fabricación produce una huella de carbono bastante elevada. Por eso, mejor llevar el envase de casa.
- Hidratación sostenible. El agua también puede ser transportada en una botella reutilizable. En muchas ciudades la calidad del agua del grifo es buena y se puede beber sin problemas. En el caso de que no sea así, es conveniente comprar garrafas grandes de agua y usar esta para rellenar las botellas reutilizables. Tanto para llevar por la calle como para beber en casa.
Estos pequeños actos que giran en torno a los usos sostenibles de los envases son los que ayudan a que los residuos se reduzcan de manera considerable. Seguirlos es más económico y ayuda, también, a ahorrar dinero en nuestras actividades diarias.
Cero residuos también en la higiene diaria
No solo en la alimentación es posible reducir los residuos diarios. Hay otras actividades diarias que pueden convertir la casa en un lugar más sostenible. La higiene personal también es una fuente continua de creación de deshechos. Y podemos actuar para reducir ese impacto y mantener una relación más sostenible con el medio ambiente.
Muchos objetos de nuestra higiene personal y de uso diario pueden ser sustituidos por otros reutilizables. Desde maquinillas de afeitar de aluminio, que permiten el cambio de la cuchilla cuando esta se desgasta, hasta cepillos de dientes hechos con bambú u otro tipo de madera, pasando por toallitas desmaquillantes o discos de algodón reutilizables. Todo tiene una versión para que no haga falta que llegue a la papelera hasta que se utilice varias veces.
Por ejemplo, los productos de higiene personal femenina, como los tampones y compresas, también pueden sustituirse por copas o bragas menstruales, un cambio que nos permitirá ahorrar en residuos y en dinero. Lo mismo ocurre con los pañales de los bebés, otro de los residuos más importantes. Muchas familias han vuelto a los pañales reutilizables en lugar de emplear los que se tiran después de cada uso. No solo hay una reducción considerable de basura, sino que, además, con unos pocos pañales se puede tener cubierto el uso que, de otra manera, supondría un gasto de varios cientos de euros.
Pequeños actos, grandes resultados
Todos estos cambios son muy fáciles de poner en práctica si se integran de forma progresiva. No requieren mucho esfuerzo y son pequeños actos que consiguen un gran resultado. Se reduce la contaminación ambiental, se eliminan muchos residuos y también se consigue un ahorro de dinero crucial.
La eliminación de estos productos que no tienen una utilidad clara y que suponen una amenaza para el medio ambiente nos ayudará a alcanzar un hogar más sostenible y un estilo de vida más respetuoso con nuestro entorno.